Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía...
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
El abanico de oro de su risa se abría,
O su llanto sangraba una corriente más;

Alma que yo ondulaba tal una cabellera
Derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera...
Murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
Tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...