“Gaivotas na praia
tempestade no mar”

Navegaban las cintas
al viento del penúltimo recuerdo,
enredándose en el tronco de las oliveiras,
después de abrir el cielo
su escenario y su puente, su nostalgia y su nube.

Marzo provisional de multitudes
mecidas pelas ondas,
março de mirador y de vigías.

Afluían las aguas por todas las colinas
hacia la proa de tu estuario.
Amenazaba el océano
un poco más atrás de las columnas,
al pie de las estatuas.

“La Tierra en una carabela,
el mundo más allá de un meridiano”.

“¿De cuántos regresos te hiciste:
saudade de las brújulas,
de cuántas tormentas naciste:
ciudad del terremoto?”

Naufragaban los roteiros, as cores,
la altura en las varandas, o meio-día,
Tejo abaixo os labirintos
con liviana memoria.

Cambiaban las fachadas del malva al amarillo
en la crema de tu nave sin áncora.
Havia nomes de navegadores,
vozes e cheiros escindidos
en los cuadernos de bitácora,
estrías como mapas a la luz de los mármoles.

Colgaban datas con descobrimentos
entre las alas de los aeroplanos
mientras al otro lado de la Terra
os eruditos inventaban
colores para verte,
vocales para pronunciar tu nombre,
lojas da sal, docas, jardins, manuales de peces.

Flotaba sobre el mar tu superficie
amarrada a una torre
donde velan las vírgenes
de este reino de puertos
(“noutro tempo, bom tempo...”
de gaivotas sem tempestade),
aquel día reunidos, al flujo favorable
de las mareas entregados,
em Belém,
mais ou menos.