Me suben sus caricias por el perfume de su última mirada.

Me inundan sus miradas por las guitarras del abandono.

Me abandona su recuerdo de madre sentada junto a su morriña eterna.

Me acaricia su voz de ría gallega.

Me muero por tenerla a mi lado falándole.

Mi madre me nació en Gandarío y recién ahora comienzo asumir su Ausencia.