La caricia del sol te hizo morena
para darle más gala a tu hermosura,
porque en la seda de tu piel oscura
se adivina de Dios la gracia plena.

El brillo de la casta nazarena
de tus ojos relumbra en la negrura
y tu boca de ensueño se empurpura
con claveles de sangre sarracena.

No eres la Hurí que en el Edén habita,
ni el genio de los nobles alminares,
ni orgullo de la raza morabita;

pero eres gloria de mis patrios lares
porque pareces tú la Sulamita
que inspirara el Cantar de los Cantares.