(A Silvia Elena Regalado)

Misterio de piel,
Flor sin nombre,
Oruga de fuego,
Vértigo de voces.

Un ángel peinándose a oscuras,
Con ese punto de luz que habita
En silencio las miradas.

Las sábanas de sus alas
Y el galope lento de su amor,
No revelan secretos, ni caprichos.

¡Es un ángel terrible!

Que deja su espíritu,
Y vuelve otro día,
Con un abrazo que ciñe
El corazón desnudo.