a Esther

Del ayer
cinco inviernos han pasado
maduraste a fuerza de los días
te hiciste mujer
me enseñaste a vestirme con la lluvia
mas yo, terco, tomé mi propia senda
¡huía de la cotidianidad!
y tras mi ocaso
en el escampado silencio
dejo un vástago en tu vientre.