En los hornos del mar (tienes los ojos de hebreo)
las movedizas copas reverberan al fondo

en el camino de gravas

las gaviotas descienden sobre monstruos dormidos
montan los areneros las cabinas jergan
bebidas refrescantes

dioses perros bañistas
petrificados en la intersección única de los días
idos y por venir
arañan la fosca realidad
el hermetismo dórico del domingo
ejercitan el tacto avaricioso sobre cuerdas
de música

danzan vomitan eyaculan
a orillas del acuario
entre los dos extremos de la inmovilidad sujetas

juventud y vejez sin erosión

la imagen de la vida y la muerte
en otros silos cinerarios.