Qué vano y qué tedioso nuestro mundo ordinario parecerá
A alguien Como tú, que en Florencia

Habrías conversado con Mirandola, o caminado
Entre los frescos olivares de Academos:
Habrías recogido cañas de la verde corriente
Para la aguda flauta de Pan, pies de cabrito,
Y tocado con las blancas niñas en el valle Reacio
Donde el grave Odiseo de su profundo sueño despertara.

¡Ah!, en verdad, una urna de ática arcilla
Guardó tu polvo pálido, y has venido otra vez
A este mundo ordinario, tedioso y vano,
Fatigada de los días sin sol,
De campos rebosantes de asfódelos insípidos,
De labios sin amor, con que besan los hombres en el Infierno.