Esteros y canales mezclan su cenagosa sanguaza
a la linfa que fluye de los rastros mientras
la chema y los lagartos de la bocana
se espabilan lentamente...

Y el viejo Capitán, como un osario zarandeado
a dos manos, busca el ademán preciso
con que hará frente a la loada convención
que se dice vida...

Tieso en su rictus, al despertar hace
esfuerzos de megaterio preso en un
iceberg de las grandes glaciaciones... ¡hasta
que consigue cuartear aquel hialino capullo!

El río sin mácula corre entonces... Su fondo
de lama y musgo es un tapiz al sol
que enseña largos dedos de pianista
y se da maña para tan bien hacer el amor.

El mar sañudo parle en dos el bloque de la
escollera y se oye al punto un mugido
en desbandada.

El agua bambolea los pilotes que antes
emborrachara, y las juncias se quiebran
por el talle como doncellas a mitad
del espasmo...