Ven conmigo, hermana que no se me parece.
En estas calles frías de Londres caminemos
un rato entre la niebla.
A nadie le preocupa si vamos o venimos,
si nos amamos o somos extranjeras,
y es hermoso saberlo. Las fachadas,
las gentes de la lluvia, no nos miran.
Pasan y pasea el río bajo los puentes
su porvenir tranquilo de estuario.
Igual que yo, que tú, tal vez
jamás nos encontremos frente a frente.
Pero no importa. Ven,
tenemos una cita con las aguas
que modelan los blancos promontorios,
allá donde las balsas no se atreven.