enterré mi testamento en tu vientre
ante la incertidumbre de los murciélagos
que no captaron la transfusión de palpitares

(cuando exhalabas mis huesos
el Universo
se hizo miles de versos
y viceversa)

con un chorro de sangre y de viento
toqué tu frente de barro
para iniciar el ritual
de la melodía

luego
buscamos la llamita verde
de todos los orígenes
e hicimos la luz