mi mano tropezó con la botella de vino.
Sonreí recordando el tiempo de los almuerzos familiares
cuando una copa derramada
al azar
significaba
"felicidad' "felicidad'.
Humedeciendo nuestros dedos los llevábamos a
nuestras orejas
como si el vino fuera perfume
hasta mi madre ignoraba la mancha del mantel;
ella, que rezongaba cuando ocurría lo mismo
con el agua de un vaso
musitaba "felicidad' "felicidad' sonriendo.
Tiempo atrás se me derramó el café sobre la alfombra
y lloré.
Hoy he sonreído, como mi madre y como yo cuando
era niña.