¿Qué dirás, corazón marchito hace tan poco,
A la bella, a la buena, a la adorada
Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?
El orgullo emplearemos en cantar sus alabanzas;
Nada iguala el encanto de su poder sobre ti,
Su carne espiritual tiene divino perfume,
Y nos visten con purísimas ropas sus ojos.
En medio de la noche y de la soledad,
O a través las calles, de gentío rodeado,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.
A veces habla y dice: "Yo soy la bella y ordeno
Que, por amor a mí, no améis sino lo bello;
Soy el ángel guardián, la musa y la madona".