“¿Qué tal, cómo has estado?”
El tono de tu voz, un tanto indiferente
heló mi corazón.
Subió mi pensamiento
por la cuesta empinada
del olvido y la ausencia…,
y me costó trabajo echar una mirada
a la curva vereda
que ya, para nosotros, permanece cerrada.
Ya más serena, al fin,
te respondí:
“Muy bien, ¿y tú…, qué tal, cómo has estado?”
Y DESPACIO REGRESO
Se me nublan los ojos
al sentirte lejano…
Se me aturde la mente
al saberte imposible…,
y en las alas del tiempo
me remonto a los días
en que hilvanamos –juntos-
ilusiones sencillas.
Y regreso a las tardes,
iguales y tranquilas…
Y regreso a las horas
que ahora palpo vacías…
Y despacio,
muy despacio regreso
a los minutos todos de nuestras alegrías!