¿Quién creerá en el futuro a mis poemas
si los colman tus méritos altísimos?
Tu vida, empero, esconden en su tumba
y apenas la mitad de tus bondades.

Si pudiera exaltar tus bellos ojos
y en frescos versos detallar sus gracias,
diría el porvenir: «Miente el poeta,
rasgos divinos son, no terrenales».

Desdeñarían mis papeles mustios,
como ancianos locuaces, embusteros;
«métrico exceso» de un «antiguo» canto.

Mas si entonces viviera un hijo tuyo,
mi rima y él dos vidas te darían.
para darla a la muerte y los gusanos.