La dolencia de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
San Juan de la Cruz
Vuela por el silencio la ternura
al regazo del oro fatigado
que abriga un cuerpo en mármol desmayado,
ausente en el disfraz de su blancura,
y mi mano se pierde en la tersura
del pecho agudo, craso y abombado;
deseo embellecido y abreviado
sin la presencia, mas con la figura:
el presente en especies de memoria
anticipa su paz y su nobleza,
y el término es el punto de partida
en que se omite la mezclada gloria
de vacuidad, de encanto y de vileza
que por imprecisión llamamos vida.