A Pedro Garfias


En este río lácteo
los navíos no sueñan sobre el álveo

Como un guante famélico
el día se me escapa de los dedos

Me voy quedando exhausto
pero en mi torso canta el mármol


Una rueda lejana
me esconde y me suaviza
las antiguas palabras


Cae el líquido fértil de mi estatua
y los navíos cabecean

amarrados al alba