Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.

En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.

Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.

Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
y tener luz
para él
y mis niñas.