Maduro fuego por azar cautivo
en el estrecho cauce de mis venas.
Brazo de afán helado entre cadenas,
rostro de ayer presente en sueño vivo.

Paloma del zarzal y del olivo
que a perseguir tu vuelo me condenas.
Fuente, sobre la sed de las arenas,
negándose a mi tallo sensitivo.

Como lleva la noche al sol distante
y el párpado cerrado los colores,
así te llevo en pulso palpitante.

Viuda de tu presencia en lo visible,
están en mí tus dádivas mejores
y alzo en forma cabal sangre imposible.