Te conocí de rojo,
terciopelo que un hombre deseaba acariciar.
¿Cuándo olvidaste los cordeles del verano?
—Pescabas peras pequeñas con la boca luego de arrojarlas al río
y el mundo era agua fresca—
Tenues abanicos te protegen
de los primeros peldaños que nunca pudiste inventar.
Ya no escuchas.
¿Cuándo fue el comienzo del retiro?
A veces cantas. Todos creen que estás.
Atraviesas el Océano
acompañada de una esperanza trémula
que ya das por perdida.