Si yo dijera todo lo que pienso,
todas las cosas que quiero decir,
con todas las palabras que conozco
y sin omitir un punto, ni una coma;
lo que digo a veces es tan feo,
que puede herir a los que yo más quiero.

Nadie saldría conmigo, ni los perros,
¿Quién dijo que hay que ser siempre sincero?
no hay derecho a destrozar la gente,
decirle al tonto que es un deficiente,
y al ignorante, que no sabe nada.

Te das el lujo de decirme todo
con esa voz tan dulce y tan hiriente,
sin ningún tipo de delicadeza,
sin evitarme ni una sola ofensa.

Que hay cosas que se dicen muy jodidas,
que dejan en el alma cicatrices,
que no se curan con una disculpa,
que no las borra el tiempo, ni el olvido.