Cae la noche.
Los remeros dejan de hablar
y descansan. Sólo el mar
con sus aguas
tienta el barco.

Tengo miedo.
Me hablas de mi hijo.
Ha crecido solo
y no tiene padre.
Triste época, Penélope,
triste tiempo
para andar de país en país
y oír la palabra extranjero
en boca de la gente.

Tener que respetar
nuevos dioses.
Hablar nuevas lenguas
en búsquedas inútiles,
probar nuevas comidas.
La noche cae
y tú te acercas de modo ciego,
amorosa, con tus navíos
lista para el asedio,
para ser capitana en mis horas vacías.

Amor alucinante,
brote de bronce.
Un día te veré, serenidad,
y me olvidaré de las olas
y del sueño.