La de sí misma, al aire de este mundo;
Que lo quees, en ella lo confundo
Con lo que fui de rosa, y no de mente.
—Si en la de alma espanta el vehemente
Designio, sin deseo y sin segundo,
En otra vence el incitar facundo
De un ser cabal, deseable, viviente...
—Así el engaño y el pavor temidos,
Cuando la rosa que movió la mano
Golpea adentro, al interior humano...
—Que obra alguno, divino por pequeño,
Que no soy, y que sabe, por los sidos
Dioses que fui ordenarme asá el ensueño.
¡Ah si la soledad fuese una cosa
concreta y que bastase en su medida,
cuánto hubiera que haber en esta vida,
así cierta, así clara, así dichosa!
¡Ay, que la soledad no es verso orosa
sino un alma confusa y desmedida
que sí es y no es la tuya, sida,
la tuya ajena, donde Amor se goza.
Pues es a Amor, efímero y eterno
adonde llevan todas las soledades,
estío, primavera, otoño, invierno.
Amor, que es soledad, guía el solo sino
por entre tactos, goces y verdades,
por Amor, soledad en tu camino