MIRANDA: Basta, hija. Tú deliras, ¿quién te ha visto
descomponerte así?
LUCÍA: ¡Cielo Sagrado
¿Qué es lo que me sucede? ¡Ay infelice!
¿Hurtado es tan funesto desamparo
me abandona? ¿Podrán otros respetos
ser antes que mi amor? ¿Podré yo acaso
posponerle a mi vida? ¿Pues mi esposo
no está ligado con iguales pacto.
¿Para esto le seguí? ¿Y así me paga?...
Lo entiendo a mi pesar. Él se ha vengado.
Y ¿dónde iré yo sola, mujer débil?
¿Qué gruta será fúnebre reparo
a mi triste orfandad? ¿Los fieros tigres
socorro me darán? Sí, serán mansos
cuando un amante, un padre y un esposo
su fiereza les roban despiadados.
¿Pero de quién me quejo? ¿Su venganza
no he provocado yo? ¿No es justo pago
aqueste de mi crimen¿Yo no he sido
quien con ojos risueños ha mirado,
infiel, a un nuevo amante que tejía
con alevosas y sangrientas manos
la guirnalda nupcial, que coronase
mi crimen y mi boda? Es necesario
que la muerte le lave. Morir debo.
Yo de mí misma juez pronuncio el fallo.
El honor lo aconseja, amor lo manda.
MIRANDA:¿Tantas penas no bastan? ¿Mis quebrantos
quieres aumentar, hija? No apresures
los males que vendrán mal nuestro grado.