La viejecita ríe como una muchachuela,
contándonos la historia de sus días más bellos.
Dice la viejecita: «¡Oh, qué tiempos aquellos
cuando yo enamoraba a ocultas de la abuela!»

La viejecita ríe como una picaruela
y en sus ojillos brincan maliciosos destellos
¡Qué bien luce la plata de sus blancos cabellos
sobre su tez rugosa de color de canela!

La viejecita olvida todo cuanto la agobia
y ríen las arrugas de su cara bendita
y corren por su cuerpo deliciosos temblores.

Y mi novia me mira y yo miro a mi novia,
y reímos, reímos... mientras la viejecita
nos refiere la historia blanca de sus amores.