Pensando que’el camino iba derecho,
vine a parar en tanta desventura
que imaginar no puedo, aun con locura,
algo de que ’sté un rato satisfecho:

el ancho campo me parece estrecho,
la noche clara para mí es escura,
la dulce compañía amarga y dura,
y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquella parte
sola qu’es ser imagen de la muerte
se aviene con el alma fatigada.

En fin que, como quiera, ’stoy de arte
que juzgo ya por hora menos fuerte,
aunque en ella me vi, la que es pasada.