no la azoto, no la empuño,
no la doblo,
tiendo la mano ahora que estoy.
Si te digo que voy en calma,
miento.
Todavía abogo por las uñas y las ansias,
rojos los nudillos, todavía no miento.
Si te digo arado
cuento los surcos entre dedo y dedo.
Y hay un fruto
y habrá más frutos.
Porque la tierra es verde hasta lo inmenso
y da hongos amargos, como también
dulce olivo.
Si es que miro en su inclinarse
como crecen las bayas y los lirios
y las verdes estrías de los algodonales.
¡Cómo se descarga el aire en contralisios!
Así mi corazón, de fijo,
en contradanza, quieto,
entra al sorteo:
los rostros de noviembre,
su calor y su textura...
Tiendo la mano ahora, que estoy.