Envuelta.
Penetrada.
Transfigurada
en diáfano olvido.
Vuelta universo de claridades
sobre la eternidad
de un tiempo sin medida.
Vencedora
de mi propia sombra
son presencia triunfal
sobre la muerte,
por la fértil raíz
crecida desde mi semilla
de carne y de palabras
en transitorio peregrinaje,
renovado inagotablemente
de vientre en vientre
y de boca en boca
surgidos y multiplicados
de los míos.