sencilla como la claridad...
Nada me dice tanto como tu nombre
repetido de montaña a montaña
por un eco sin tiempo que comienza en mi amor
y rueda hasta el infinito... ¡Tú...!
Casi paloma erguida
sobre un mundo de alas
que has creado en mi espíritu. Tú lo dominas todo para mi claridad.
Y soy simple destello en albas fijas
amándote... Ningún viento agitado seduce mi reposo
de ternuras naciendo y apretándose
entre tu mano
y mi sollozo. Una afluencia de ríos por nacer, y golondrinas mudas,
se estrecha contra mí
allí donde tu alma me dice al corazón
la palabra más leve. Mis pies van despegados de rastros amarillos
y escalan techos infatigados de mariposas
donde el sol, sin saberlo, se ha visto una mañana,
deslumbrante... Para amarte
me he desgarrado el mundo de los hombros,
y he quedado desierta en mar y estrella,
sencilla
como la claridad. Aquí no hay geografía para manos ni espíritu.
Estoy sobre el silencio y en el silencio mismo
de una transmutación
donde nada es orilla...