Vamos a entrar ahora en el bosque

donde ya han esperado tanto tiempo los pájaros

tu presencia y la mía.

Vamos a oír las voces

del viento que en los árboles

se hermanan con el canto de los pájaros.

          Vamos ahora mismo

hasta el alma del bosque,

por entre las hojas ya caídas, ya torpes,

volanderas sobre la tierra

y sobre el aire cálido de la mañana,

hasta sentir el corazón en verde revestido

como con el escudo a la corteza

de algo que ha de perdurar,

ocultando la savia que por dentro resume

todo nuestro existir.

          Son antiguos desvelos,

sobre cicatrices ya viejas,

pongamos este arrimo de luz que nos ofrecen

las entrañas del bosque.

          Vamos a entrar cantando

hasta encontrar la hebra

del primer trino en algún árbol.

Vamos a entrar despacio

hasta el follaje denso

donde el sol llega apenas en jirones,

dorando la tierra y las raíces de los cedros.

          Tu presencia y la mía

en el bosque la esperan hace tiempo los pájaros.