estoy,
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz. A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecida nostalgia entretenida en imitar palomas... Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos. Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en tus entrañas. Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios. Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento. ¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía! Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.