Yo sé que hay signos que a mi vida marcan
un límite cercano...

¿La Muerte?
Pienso en ella como en la Primavera:
más ansias que cuidado...
(Pero pienso en la tumba
y siento frío, hermanos...)
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Una tarde de otoño,
las flores temblarán en vuestras manos,
una vez, sus fragantes emociones
y caerán en mi tumba, con blandura
de infantiles, sangrantes corazones...

Y todo pasará...
Vendrá el crepúsculo,
tornaréis, cabizbajos, los más fieles,
—que me habréis despedido— a vuestro hogar...
pensaréis unas horas en la muerte,
y todo pasará...

Luego vendrá el invierno
y llorará la angustia
de inquietudes de siglos
en mi vieja emoción
y filtrará sus lágrimas,
sin un aromo nuevo
de manos cariñosas,
sobre mi corazón...