Me pregunto si nada ha cambiado,
si no hubo antes pájaros,
estrellas,
vientos y lluvias, nieves que fueran
blanco preludio de la infancia.

Me pregunto si las estaciones y los hombres
han sido siempre iguales, mudables
como la llama del espejo, violentos
como el dulce amanecer.

Me pregunto si no hubo antes una inocencia
como la que he conocido ahora,
ahora que has sido mía, y se han roto los milagros
y está desnudo el ritmo. Y la canción volcó su propio acento.
Ahora que el instinto halló su propia brida
y no ha quedado camino sin descubrir.
Ahora que somos tú y yo, nada más. Los dos sin ayer,
presencia de hoy, casi mañana.
Me pregunto si todo ha sido siempre así.
Desde Adán, desde Eva. O desde antes que ellos cayeran
en ese abismo, sin principio ni fin.

Me pregunto y no encuentro respuesta.
Nadie sabe
qué es el pájaro, qué es la estrella
qué es el viento, qué es la lluvia. Qué es la nieve.
Las estaciones ¿Qué son?
¿Qué es el hombre? Tampoco nadie sabe.
Tal vez por eso pregunto y voy y vengo incierto.
Y ando de misterio en misterio,
de color en color, de símbolo en símbolo, de sombra en sombra.
Y todo es una extraña melodía en esta selva
en la que estoy definitivamente perdido.