Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.

Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.

(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).

Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales —tú sabes, el
cobre, el hierro, el—
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.

Antes un arcoiris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.

(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero

sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.