San Juan, un lugar de la serranía, se encuentra en un ambiente desolado por los comuneros.

Las laderas ya resecas, los arbustos secos y un eucalipto en el centro de la comunidad, estático y sin un ápice de movimiento indicando que el sol burlón no permitía que sople el viento.

Están los corredores de sus casas sin habitantes, sólo el cornetero encargado de llamar a la gente para el reparto del agua.

Los campesinos apenados y agresivos contra el sol que mataba a sus sembríos manifestaban que el agua que debía repartirse no llegaba y si llegaba que era para las autoridades nada más.

Don Braulio era el encargado de ordenar la repartición de agua, el la repartía solo a quienes consideraba y a los que odiaba decía, ¿Agua para ellos?  ¡No hay! Los indios tenían que resignarse a regresar a casa con la frente agachada.

Los campesinos siempre culpaban a don Braulio de su situación, pero nadie se atrevía a contestarle, porque comenzaba a dar gritos y tiros al aire, ahuyentando a todos aquellos que habían ido por el líquido que requerían sus sembríos y poder subsistir la sequía.

En esta comunidad de San Juan existían otras comunidades como, Akola, Utek, Andamarca, Sondondo, Aucará, Chavilla y Larcay, en esa comunidad San Juan se reunieron todos los comuneros para tratar sobre los repartos del agua, estaban en escasez de lluvia y no había agua, los sembríos estaban secándose.

Cuando Pantacha llegó a la plaza, vio alrededor de la comunidad como un desierto, los pilares que sostenían el techo de las casas todo torcidos y apoyados por troncos y otros rectos enteros.

Pantacha se fue a Nazca y volvió en seis meses y se encontraron con Ernesto, conversaron sobre la situación de la comunidad de San Juan, Ernesto le contó todo. Pantacha era un músico y “tocó” su corneta, un huayno de Uteqpampa triste y desconsolada la gente de San Juan se reunieron y comenzaron a bailar.

En ese momento gritó el tayta Vilkas (un indio viejo) resondró diciendo, ustedes están alegres, bailando y cantando, la tierra está seca, hay que rezar para que mande lluvia a San Juan. ¡Agua lloriquearon! y se volvían de amargura pensando que el maíz estaba secándose.

 Pantacha gritoneaba delante de Don Vilkas y Braulio y de los demás seguidores, ustedes hacen llorar a la gente robando plata.

Vilkas y Don Inocencio se pusieron tristes, los comuneros gritaban, pero Braulio dijo respeta a las autoridades y Pantacha se puso bravo y Don Inocencio rogó y jaló a Don Vilkas.

Don Braulio los carajeaba a todos los comuneros y recién se daban cuenta, que Pantacha, Don Wallpa y Pascual se levantaban contra el viejo Vilkas, Inocencio y los demás indios pensaron hay que sacar agua de la laguna para todos los que más hablaban, Pantacha y Don Pascual pero la pelea seguía con Braulio.

Braulio estaba embriagado y se fue a avisar a Inocencio y sus seguidores estaban vivando ¡Viva Don Braulio!, se enfrentan Pantacha y Braulio, y también Don Wallpa quería enfrentarse, Don Antonio patea a Don Braulio y Don Braulio saca su revolver y hace dos tiros al aire y después le mata a Pantacha, Ernesto le rompe la cabeza con la corneta que yacía tirada en el suelo. Don Braulio le ordena a Inocencio para que lo mate y el no quiso.

Las autoridades le encarcelan a Don Wallpa, Inocencio y Vilkas y se solucionó el problema de San Juan.

Todos tuvieron una chacra muy verde, los animales satisfechos con los pastos, pero seguía el cielo muy despejado sin lluvia sin Pantacha, Pascual, Wallpa, pero la tierra era húmeda y los indios iban rogando a su Tayta.

Ernesto que había huido, se refugia en un pueblo llamado Utek'pampa donde él puede darse cuenta que los indios de ese pueblo si hacen respetar sus derechos y son libres de cualquier abuso, lo opuesto a su pueblo natal.