"Bioy ha sido muy bueno y muy indulgente conmigo. Él es una persona para la cual mi vida no tiene secretos." Jorge Luis Borges.
Narrador excepcional y testigo privilegiado de la vida literaria de su tiempo, Adolfo Bioy Casares preparó, poco antes de su muerte, en base a los exhaustivos diarios que llevó por más de medio siglo, un documento extraordinario sobre su amistad con Jorge Luis Borges, una de las más emblemáticas de la literatura contemporánea.

El presente volumen -un coleccionable de 1.600 páginas- recoge en su totalidad esa obra invalorable para los lectores de cualquier lengua.

En sus páginas la exposición de las ideas más asombrosas de Borges, esenciales para la comprensión de sus escritos, convive con la descripción pormenorizada de su vida cotidiana, sus distintos amores, su angustia ante el progreso de la ceguera o sus apasionadas posiciones en la controversia literaria y política.

Casi en cada línea hay un comentario inesperado, un detalle desconocido, un dato revelador tamizado por la diligente lucidez de Bioy.

La mordacidad de los diálogos, verdaderas lecciones de teoría y práctica literaria, no respeta jerarquías, prestigios ni parentescos: señoras de sociedad, políticos, amigos, Victoria Ocampo, Gardel, Shakespeare, Dante, Cervantes, Víctor Hugo, García Lorca, Perón, Faulkner, personalidades del mundo entero y de todas las épocas son ensalzadas o destruidas con ironía, inteligencia y humor.

De la agudeza del conjunto surge un Borges insospechado en la intimidad, contradictorio, vulnerable, a menudo melancólico, siempre brillante. Borges de Bioy constituye un documento fundamental sobre el genial escritor argentino y también la biografía definitiva de una relación que cambió el curso de nuestras letras.

Estos textos, que revelan una amistad vital y creativa (quizás una de las más productivas de la literatura universal) a tiempo completo, con una frecuentación que solo se interrumpía en los viajes, y que conocía los más diversos ámbitos ya que cenaban, escribían y trabajaban juntos.

También los muestra a ambos con una complicidad que tiene visos de estudiantina aún en la vejez de ambos: esos dos muchachos se divertían cayendo en picada sobre sus afectos más cercanos, desollando a los escritores que los rodeaban, cultivando el arte de la injuria en clave de insulto encubierto o de comicidad.