Don Calixto garmendia es una persona a la que todo el pueblo le tiene confianza.

Cuando algún problema los aqueja él se encarga de darle solución.

Todos ven en él a la persona que representa sus demandas y por eso los poderosos del pueblo lo odiaban y lo tenían en la mira.

Un día ocuurrió una epidemia de tifo en el pueblo y el cementerio se iba llenando de muertos hasta que su capacidad se colmó.

Entonces el Alcalde decidió expropiar los terrenos aledaños queeran propiedad de Calixto.

Se suponía que le tenían que pagar el justiprecio por sus terrenos, pero el tiempo pasaba y no le abonaban nada.

Empezó sus reclamos y pasaban los días, las semanas y los meses, ninguna solución se veía cerca.

Calixto veía pasar alcaldes; a todos les reclamaba lo mismo y la respuesta siempre era la misma: que espere.

Sus reclamos llegó hasta el Poder Judicial, pero al igual que antes nadie le hacía caso.

Finalmente, después de mucho tiempo su único consuelo fue, debido a su ocupación de carpintero, que cuando una autoridad moría él confeccionaba su ataúd más estrecho para que así “sufriera” de alguna manera.

También apedreaba los tejados de las autoridades. En las noches salía y lanzaba las piedras.

Los años pasaron, Calixto garmendia murió sin recibir nada y pensando que la justicia no se debe mendigar.