Hace muchos años, en un país no muy lejano, existió un humilde molinero que se vela obligado a trabajar duro para sacar adelante a sus tres hijos.

Así, trabajando y trabajando, fue transcurriendo la vida hasta que el molinero se hizo viejo y le llegó el momento de abandonar este mundo. Cuando el hombre murió sus escasas pertenencias fueron repartidas entre los hermanos.

Al mayor le tocó el molino, al hijo mediano le tocó en suerte el asno que durante años había ayudado a transportar los sacos de harina. Así que ambos quedaron satisfechos con el reparto.

Pero cuando le llegó el turno al hermano más pequeño, lo único que quedaba era el gato del molino.

Al recibir el gato, se lamentó diciendo: ¿qué voy a hacer con un gato?, ¿de qué viviré ahora?

El gato que oyó sus quejas y que sentía gran cariño por el muchacho se acercó y le dijo que no se preocupara, que aunque le resultara difícil de creer, vería que al final el saldría ganando con el reparto.

El muchacho dejó de lamentarse y miró sorprendido al gato, no alcanzaba a comprender en que podría serle útil un pobre gato de molino.

El gato le pidió un saco y unas botas y, le dijo que confiara en el.

Sin entender nada el joven le dio lo que pedía, pensando que nada perdería si le daba esas cosas al gato.

Entonces el gato se puso las botas y se dirigió a un bosque cercano. Una vez allí, abrió el saco y colocó en su interior una zanahoria. Esperó un rato hasta que apareció un conejo y se metió solito en el saco, en ese momento el gato se abalanzó sobre el saco y se encaminé con su presa al castillo del rey.

Cuando el gato llegó donde el rey ofreció el conejo de parte del Marqués de Carabás; pues así el gato quiso llamar a su dueño.

El rey quedó asombrado, pues nunca había oído hablar de tal Marqués, y le dijo al gato: Dile a tu amo que acepto de buena gana su regalo, y ordenaré para ti que preparen una rica merienda.

A partir de ese día el gato captará diversos animales que ofrecía al rey, siempre en nombre del Marqués de Carabás. Al recibir estos animales, el rey estaba cada vez más intrigado y se preguntaba, quien sería el marqués de Carabás. Pensó que podría ser un hombre muy poderoso.

Cierto día el gato se enteró de que el rey se disponía a salir de paseo, entonces este le pidió a su amo que se metiera al río. El muchacho le obedeció de buen agrado, pues no tenía duda de que su gato era genial.

El inteligente gato hizo desaparecer la ropa de su dueño, y cuando oyó acercarse el cortejo, gritó: ¡socorro! ¡Ayuden a mi amo!

El rey hizo detener la carroza, para ayudar a quien tanto le había regalado y saber que ocurría. El gato le explicó que unos ladrones le habían robado la ropa de su amo cuando este se bañaba en el río y que por lo tanto su amo no podía salir del agua.

El rey envió un lacayo para que trajera el traje más elegante de palacio.

El muchacho era en realidad guapo y, así vestido, nadie podría poner en duda que era un marqués.

Un día la princesa salió de paseo con su padre y al verlo se enamoró de el inmediatamente y el también de ella.

Cerca de allí vivía un ogro feroz que aterrorizaba a todos, el gato pregunto a unos campesinos donde quedaba el castillo del ogro y estos le indicaron. El gato les dijo que si querían librarse del ogro respondieran a todo el que preguntara, que esas tierras pertenecen al marqués de Carabás.

Los campesinos quedaron conformes con lo que el gato les propuso, pues tenía en mente hacer creer al rey que esas tierras eran de su amo.

El gato con botas llegó hasta el castillo del ogro, entró y le dijo al ogro: poderoso señor, son muchos los que dicen que puedes transformarte en cualquier animal, pero yo no te creo mientras no lo vea con mis propios ojos.

El ogro como era un presumido pensó que antes de devorarlo, le demostraría lo que era capaz de hacer.

Entonces el ogro se transformó en un feroz león, el gato horrorizado quiso escapar, pero cogió valor para dominar el miedo que sentía, y le dijo: porque note transformas en un animal pequeño, como por ejemplo un peno, una ardilla o mejor aún, en un ratón.

Al instante se transformó en un inofensivo ratoncito, y eso era lo que el gato quería, se abalanzó sobre él y lo devoró. Muchas veces puede más la inteligencia que la fuerza bruta.

Mientras tanto el rey, la princesa y el hijo del molinero paseaban, pasaron por delante del castillo, y el rey quedó admirado al contemplar tan hermoso castillo, y para su sorpresa descubrió en la puerta al astuto gato con botas, quien lo invitó a entrar y le dio la bienvenida al castillo de su amo.

El rey quedó plenamente convencido de que el marqués era un señor poderoso, digno esposo para su hija.

Los jóvenes se casaron, y en la boda participaron todos los habitantes del reino y los campesinos que habían vivido bajo el tenor del ogro, y estaban felices y orgullosos del nuevo dueño del castillo.

Y así, el hijo menor de un humilde molinero llegó a casarse con la hija de un poderoso rey, y todo gracias al ingenio y astucia de un gato que se compadeció por la tristeza de su dueño y puso empeño en servirle solo con la ayuda de un saco y un par de botas.

El gato vivió tranquilo en el castillo y nunca más se preocupó de cazar para poder comer.