RESUMEN DE LA OBRA  "FUENTEOVEJUNA
- Lope de Vega -
Argumento de "Funte Ovejuna", libro de Lope de Vega.
En este drama, el protagonista es todo el pueblo de Fuente Ovejuna, con lo cual adquiere la obra una grandeza épica extraordinaria. 

El comendador Fernán Gómez de Guzmán interroga a sus criados, Flores y Ortuño, sobre si su llegada a la villa es ya de conocimiento de don Rodrigo Téllez Girón, maestre de Calatrava. 

Cuando le dicen que sí, les manifiesta que lo menos que puede esperar de él, es que lo trate cortésmente. 

Cuando ambas autoridades se encuentran el comendador pide el maestre que tercie en la disputa sucesoria derivada de la muerte de Enrique VI, para lo cual le aconseja que junte a sus hombres y tome Ciudad Real. 

El comendador le ofrece los pocos hombres con que cuenta y don Rodrigo accede.  En otra escena, Laurencia y Pascuala, dos mozas del pueblo comentan los desmanes y proclividad sexual del comendador que se ha establecido en Fuente Ovejuna. 

Laurencia se queja que desde hacer un mes, Flores y Ortuño, alcahuetes de Fernán Gómez, la persiguen para que acceda a los requerimientos amorosos del libidinoso comendador.  Fernán Gómez entra triunfante, tras su victoria en ciudad Real, a su villa de Fuente Ovejuna. 

Esteban y Alonso, alcaldes de la ciudad, presentan al victorioso gansos, capones y gallinas como claros homenajes de vasallo a señor.  

El comendador se retira a descansar e intenta llevarse consigo a Pascuala y a Laurencia. 

Las muchachas se resisten a Ortuño ya Flores, quienes por la fuerza las querían llevar y se marchan apresuradamente. 

Por otro lado ante los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, se presentan dos regidores quejándose de los ataques sufridos por las huestes de Rodrigo Téllez Girón, quien ha recibido ayuda del comendador Fernán Gómez. 

Este último tiene en los Reyes Católicos a uno de sus más encarnizados enemigos en lo político, Fernando envía a don Manrique a combatir a los sediciosos, quien presuroso parte con muchos hombres. 

Cerca de un arroyo, Frondoso declara su amor a Laurencia y le pide que sea su esposa.

 La aparición del comendador interrumpe la escena amorosa; Frondoso se esconde tras unas ramas y sólo sale cuando ve que el comendador trata de abusar de la indefensa muchacha.  Con ballesta amenaza a Fernán Gómez quien se ve obligado a desistir a sus inicuas intenciones. 

El comendador indignado ante el atrevimiento de un vasallo promete vengarse de Frondoso. 

La falta de escrúpulos de Fernán Gómez vuelve a quedar de manifestó cuando acude donde Esteban a quejarse por el hecho que su hija no atiende a sus requerimientos amorosos en contraste con la prontitud con que otras mujeres se rinden a sus deseos. 

El alcalde de la villa le reprocha su proceder y se retira indignado.  Flores y Ortuño siguen facilitando a su señor los encuentros amorosos que éste desea tener con mujeres como Olalla e Inés, cuyos maridos se muestran recelosos a sus recados.

 Llega Cimbranos, un soldado, e informa a Fernán Gómez que don Rodrigo Téllez está a punto de ser vencido en Ciudad Real por las huestes del rey Fernando.

El comendador ordena a Ortuño que reúna a todos sus hombres, pues, partirán a brindar ayuda a Téllez Girón.  Cerca de ahí, Laurencia cuenta a Mengo y a Pascuala lo ocurrido entre el comendador y Frondoso, Mengo considera que Frondoso debe huir de Fuente Ovejuna, pues, Fernán Gómez ha jurado que lo colgará de un pie. 

Jacinta irrumpe la escena pidiendo socorro, pues, es perseguida por Flores y Ortuño quienes quieren forzarla a acompañar a su señor a Ciudad Real. 

Laurencia y Pascuala huyen ante el temor de ser llevadas también.  Mengo se enfrenta a los criados del comendador para evitar el atropello, pero no lo consigue. 

Aparece el comendador quien ordena a sus secuaces amarrar al labrador a un roble para ser azotado.  Como Jacinta se niega a los requerimientos del villano, éste la entrega a los soldados para que la disfruten. 

Mientras tanto Laurencia y Frondoso se encuentra; éste pide a la muchacha que se case con él, a o que Laurencia accede de buena gana. 
Frondoso habla con esteban, padre de la pretendida, y le pide a su hija en matrimonio. 

El alcalde acepta y queda así acordada la boda.  Las huestes del rey Fernando logran vencer a las fuerzas enemigas, a quienes hacen huir despavoridos. 

La boda de Frondoso y Laurencia es interrumpida por el comendador quien ha regresado a Fuente Ovejuna después de la derrota sufrida.  Frondoso es detenido y enviado a la cárcel por orden de Fernán Gómez.  Esteban saca cara por su yerno e increpa al comendador su actitud, pero éste lo apalea y ordena que diez soldados se lleven a su hija. 

Mengo ni ninguno de los presentes se atreve a intervenir temiendo las represalias del villano Laurencia queda así a merced de Fernán Gómez quien, salvando el último obstáculo, abusa de la infeliz muchacha. 

Esteban, Alonso, Barrildo, Mengo y otros más se reúnen para discutir qué medidas tomar contra los abusos del comendador. 

Laurencia irrumpe en la reunión, y, es tal su estado, que muchos de los presentes dudan que se trate de la misma muchacha que ha sido raptada por Fernán Gómez.  Laurencia reprocha a los presentes, y en especial a su padre, la pasividad con que han actuado ante los excesos del comendador. 

Las palabras de Laurencia terminan por encender la furia de los humillados habitantes de la villa, quienes armados de lanzones, ballestas y palos van en busca del tirano y sus seguidores. 

Laurencia incita a Pascuala, Jacinta y otras mujeres a unirse a la turba enardecida que a los gritos de “¡Mueran tiranos traidores! / ¡Traidores tiranos mueran!”, llegan a la casa de Fernán Gómez. 

La oportuna llegada de los rebeldes evita que Frondoso sea torturado. 

Flores es el primero en percatarse de lo que acontece y pone sobre aviso a su señor que por más que trata de huir, muere bajo los golpes de los embravecidos habitantes de Fuente Ovejuna, Ortuño y otros adeptos a Fernán Gómez, sucumben a aquella masa cuya sed de venganza sólo es saciada cuando uno de los labradores muestra la cabeza del tirano sobre la punta de una lanza. 

El único que logra escapar, aunque muy golpeado, es Flores, quien ocultándose en la oscuridad de la noche huye a comunicar al rey Fernando lo sucedido.  Don Manrique, servidor del Rey, comunica a este el triunfo conseguido sobre el Maestre de Calatrava. 

En esos instantes aparece Flores e informa que don Fernán Gómez ha sido asesinado en su villa por los habitantes de Fuente Ovejuna. 

La versión de Flores tergiversa la realidad de los hechos; indica en ella que los habitantes se han revelado contra el rey.  El rey cree en las mentiras del aleve vasallo y toma cartas en el asunto.

Esteban previendo que es de esperar que el rey mande a averiguar a algunos emisarios sobre lo sucedido, aconseja a todos que cuando sean interrogados contesten.  “¿Quién mató al comendador? / Fuente Ovejuna lo hizo!.  “Para estar más preparados, Esteban propone ensayar, y es él quien hace el papel de indagador. 

Quinientos hombres llegan a la villa en compañía de un juez, que vanamente tortura ancianos, hombres, mujeres y niños, pues, todos responden que Fuente Ovejuna fue quien mató al comendador. 

Mientras tanto Rodrigo Téllez Girón se presenta donde el rey Fernando a suplicarle perdón por su actitud, pues, confiesa que fue engañado y  mal aconsejado por Fernán Gómez, que siempre que hayáis venido, / seréis muy bien recibido”. 

Llega el juez que había ido a indagar lo sucedido en Fuente Ovejuna y comunica al rey que ha atormentado a trescientas personas con gran rigor, pero que no ha obtenido nada en claro:… “y pues tan mal se acomoda / el poderlo averiguar, / o los has de perdonar, / o matar la villa toda”. 

Los alcaldes de Fuente Ovejuna y un gran número de sus habitantes se presentan ante el rey y exponen los hechos tal como sucedieron. 

El rey, hombre justiciero, reconoce que la acción tomada contra el comendador es por demás justificada, pues, sus excesos merecían un fin así:… “Pues no puede averiguarse / el suceso por escrito, / aunque fue grave el delito, / por fuerza ha de perdonarse. /  Y la vida es bien se quede / en mí, pues de mí se vale, / hasta ver si acaso sale / comendador que la herede”.