Este libro, dividido en dos partes, comienza con una conferencia dada el 21 de Agosto de 1898 sobre “Los partidos y la Unión Nacional”, movimiento al cual él pertenecía. 

Comienza criticando acerbamente a los partidos de los últimos años, como el Partido Demócrata, el Partido Constitucional, el Partido Civil, etc., a quienes califica de Sindicato de ambiciones malsanas, clubes eleccionarios o sociedades mercantiles, agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron de la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de la República el último grado de la carrera militar. 

Si bien don Manuel afirma que el presidente Manuel Pardo incurrió en graves errores económicos renovando el sistema de empréstitos y adelantos sobre el guano, se comete una grave injusticia cuando se le atribuye toda la culpa en la bancarrota nacional, iniciada por Castilla, continuada por Echenique y casi rematada o  el ministro Piérola con el contrato Dreyfus. 

Algunas páginas le bastan para lanzar su visión acusadora sobre Andrés Avelino Cáceres  y Nicolás e Piérola. 

RESUMEN HORAS DE LUCHA - Manuel Gonzalez PradaPara él, ambos representan una contradicción viviente: Cáceres es un Constitucional ilegal y despótico; Piérola, un Demócrata clerical y autocrático; pero en su esencia, los dos antagonistas guardan muchos puntos análogos: 

En ambos el mismo orgullo, el mismo espíritu de arbitrariedad, la misma se de mando y hasta igual manía  de las grandezas, pues si el uno se cree Dictador, el otro considera la Presidencia como el término legal de su carrera. 

Para González Prada, Pierolismo y Cacerismo patentizan una sola cosa – la miseria intelectual y moral del Perú – En medio de tanta miseria y de tanta ignominia, la Unión Nacional intenta forma un solo cuerpo el de todos los hombres decididos a convertir las buenas intenciones en una acción eficaz, enérgica y purificadora.

En el discurso, “El intelectual y el obrero”, dado en la Federación de Obreros y Panaderos el 1 de Mayo de 1905, nos dice que no hay diferencia de jerarquía entre el pensador que labora con la inteligencia y el obrero que trabaja con las manos, que en vez de marchar separados y considerarse enemigos, deben caminar inseparablemente unidos, ya que no existe una labor puramente cerebral ni un trabajo exclusivamente manual. 

Piensan y cavilan el herrero al forjar una herradura, así como el albañil al nivelar una pared,  En la conferencia, “Las esclavas de la Iglesia”, dada el 25 de Setiembre de 1904 en la Loggia Stella D’Italia, González Prada ataca duramente al catolicismo y al sacerdote, quien según él, se juzga con derecho a inmiscuirse en los hogares autotildándose como el amo de la casa: donde mira una mujer, ahí cree mirar una sierva, una esclava, un objeto de su exclusiva pertenencia. 

El sacerdote según Prada, se interpone entre el marido y la mujer para decir al hombre: “Si el cuerpo de la hembra te pertenece, el alma de la Católica pertenece a Dios, y por consiguiente a mí que soy el representante de la Divinidad”. 

La segunda parte se inicia con “Nuestro Periodismo”, artículo donde comienza dándonos Don Manuel una idea de la importancia del periodista, para entrar de lleno al análisis de los diaristas limeños. 

Veamos aquí algunos pensamientos de gran valía: “En el campo de las ideas y aún de los hechos, no  hay tal vez una acción tan eficaz ni tan rápida como la del periodista: mientras el autor de libros se dirige a reducido número de lectores y quizá de refinados, el publicista vive en comunicación incesante con la muchedumbre”…

“Si en cuarenta o cincuenta diarios leemos hoy la narración de algún hecho acaecido ayer, difícilmente sacaremos en limpio la verdad cuando el hecho se relaciona con los intereses de la banca o la política del gobierno” …

“Los periodistas pasan de civilistas a demócratas y de opositores a gobiernistas, sin modificaciones en el fondo, con simples cambios en la superficie: mudan de piel como las víboras, no atenúan la virulencia de su ponzoña”. 

En el artículo titulado “Nuestros magistrados”, don Manuel lanza sus dardos denunciatorios contra los magistrados, lamentando el hecho de que en la abogacía como en un sepulcro voraz e insaciable, se hayan hundido prematuramente muchas inteligencias, quizás las mejores del país. 

Prada manifiesta:”… Como un solo vaso de vinagre es más que suficiente para avinagrar un tonel de vino, así la lengua de un abogado basta y sobre para introducir el antagonismo y la fusión en la colectividad donde reinan la armonía y la concordia. 

Al oír las disertaciones jurídicas legales de un doctor, nadie se pone de acuerdo con nadie y las sencillísimas cuestiones de hechos se transforman en difusas e irresolubles altercaciones de palabras. 

Si hay reunidas quinientas personas, surgen cuatro cientos noventainueve maneras de solucionar un problema.  Nos parece que en la Torre de Babel no hubo confusión de lengua, sino mescolanza y rebujiña de abogados”. 

Para don Manuel todo ciudadano que se viera enredado en una acusación criminal y no tuviera los medios económicos para inclinar la balanza a su favor, más le valiera una fuga inmediata puesto que si  la justicia clásica llevaba en los ojos una venda, al mismo tiempo que en una mano tenía la espada y con la otra sostenía una balanza en el fiel, la justicia criolla posee manos libres para coger lo que venga y ojos abiertos para ver de qué lado alumbran los soles, porque cuando de magistrados se trata, no valen pruebas ni derechos, ya que en los juicios intrincados se rebusca un juez para que anule un sumario, fragüe otro nuevo y pronuncie una sentencia donde quede absuelto el culpable y salga crucificado el inocente. 

Don Manuel González Prada fue el gran representante del realismo peruano, escuela que surgió en Francia mediados del siglo XIX, teniendo como ideal la objetividad y predominando en la novela.  Fue acerbo y racional en su análisis. 

El naturalismo es una corriente que se manifestó en la narrativa (novela y cuento).  González Prada sólo ocasionalmente cultivó la narración, de tal modo que su obra no encarna el naturalismo peruano, sino más ampliamente la actitud realista y la voluntad de renovación literaria de su tiempo.