La brújula interior es una obra compuesta de una serie de divertidas, apasionantes y lúcidas cartas que, hipotéticamente, el autor dirige a su jefe y que nos abre los ojos a una nueva perspectiva para entender la vida, desarrollar la creatividad y comprender mejor lo que significa una existencia autónoma y feliz.

Cada una de las cartas es una invitación a la reflexión, un despertador del alma que nos empuja a explorar y penetrar en lo más hondo de cada persona y sacar aquello que circula por el «interior» a la espera de ser sacado al «exterior».

Es un alegato a ser fiel y auténtico con nosotros mismos; una provocación al «yo» inigualable; una invitación a hacer una excursión a nuestro ser más íntimo y encontrar la verdadera vocación que nos está esperando; una llamada a recuperar los anhelos y deseos propios y sacudirnos de los convencionalismos sociales que nos invaden; en definitiva, un análisis interiorizado de cómo entendernos a nosotros y a los demás.

Con demasiada frecuencia nos encontramos con aquellas personas que dicen: “yo me conozco bien”, “estoy contento como soy” y “soy así, nada tengo que cambiar”.

Honestamente son muy pocos los que han empezado a plantearse sinceramente si realmente se entienden, se conocen o desean seguir viviendo así como son.

La verdad es que nuestra personalidad está constituida de múltiples “personalidades”.

No somos los mismos en familia que en el trabajo, ni en un ámbito relajado que en uno de mayor gravedad, ni siquiera cuando estamos solos o en la intimidad.

Ni siquiera con nosotros mismos nos comportamos siempre igual; en ocasiones nos auto complacemos y en otras somos nuestra peor censura.

Así que no es tan cierto que siempre somos los mismos.

Somos más un “yo” adiestrado, convencional y educado de cierta manera, que se resiste a contravenir la identidad negándola si lo cree necesario. Un “yo” que sufre las imposiciones de ese mismo “yo” que le dice cómo debe ser, qué debe pensar y nos juzga casi siempre. Toda una paradoja.

Pero como el autor lo indica en el subtítulo de la obra: «Conocerse a uno mismo es fuente inagotable de éxito duradero». Así mismo el término «brújula» hace referencia a un utensilio que sirve para orientarse.

Este instrumento, por sí mismo, únicamente da indicaciones, referencias, información, en definitiva, y es cada uno –de ahí el término «interior»– el que finalmente selecciona el trayecto por el que desea caminar.

Muchos recurren a las circunstancias para escudarse y descargar insatisfacciones que les exima de cualquier responsabilidad sobre el rumbo de su vida. Personas que se “ganan la vida, pero no la viven”.

El problema radica, como dice el autor, en que «nos oímos pero no nos escuchamos». Tenemos miedo a ser lo que somos. Por este motivo, el mayor combate que debe librar y vencer el hombre es consigo mismo.

Detrás de esas conductas hay razonamientos paralizantes en los que hay una clara aversión al riesgo en las que prevalece “lo malo conocido a lo bueno por conocer”. No nos gusta lo que somos pero no tenemos agallas de elegir otra alternativa. Nos asusta el cambio.

Así, mucho talento oculto queda desperdiciado al no invertirse en proyectos estimulantes y estos quedan amarrados en puerto seguro sin zarpar por temor a la incertidumbre del oleaje.

Todos contamos con un don singular en alguna área o materia; somos especiales haciendo algo, destacamos y los demás aprecian esa capacidad característica; tenemos destreza y lo pasamos bien con ello, experimentamos una sensación agradable. Precisamente allí es donde somos diferentes a la mayoría.

Nos diferenciamos y nos diferencian por esa pasión con la que nos identificamos si logramos aceptarla.
Por el contrario, cuando no existe sintonía entre lo que uno siente «internamente» y lo que manifiesta «externamente» es difícil rendir como se espera de nosotros.

Autorrealización es sinónimo de máximo rendimiento. Calidad es sinónimo de disfrute. El entusiasmo es un ingrediente esencial de la perfección.

Sólo aquellos que les corre pasión por las venas –esto se aprecia habitualmente en profesiones artísticas– están en disposición de alcanzar metas elevadas, como dice el autor: «Tu trabajo es descubrir tu trabajo… y luego entregarte a él con todo tu corazón». «Se trata de buscar e identificar nuestras fortalezas, incluyendo las habilidades olvidadas.

No se trata de luchar contra las debilidades, sino de transformar y hacer crecer las habilidades positivas, actualizando su potencial. Las que tenemos y las que tuvimos, pero descuidamos. Vamos a desempolvarlas y ponerlas en forma en nuestro yo, aquí y ahora.

Ello nos hará tomar conciencia de que somos mucho más capaces de lo que creemos. Tan sólo se trata de que recordemos y actualicemos ese potencial».