Calisto, joven de noble linaje, entra en el jardín de la hermosa Melibea persiguiendo a uno de sus halcones de caza. Al verla se enamora de ella y-le declara su amor, pero la joven lo rechaza.

El desdeñado Calisto se retira a su casa lleno de angustia, se lamenta de su mala fortuna y confía a su criado Sempronio la causa de sus sufrimientos.

Éste se ofrece a traerle "a una vieja llamada Celestina, hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay, que a las duras peñas conmoverá y provocará a lujuria, si quisiere" y que, en cuestiones de amor, sabe dominar las voluntades rebeldes.

Calisto acepta. Sempronio va en busca de Celestina, en cuya casa vive Elicia, amante del criado, y refiere a la vieja alcahueta los deseos de su amo, conviniendo con ella en repartirse los frutos de la esplendidez con que seguramente Calisto pagará sus oficios.

Mientras tanto, otro criado del joven enamorado, el fiel Pármeno, intenta disuadirlo de recurrir a las artes de Celestina, cuyas trapacerías, habilidades y andanzas conoce muy bien:

"Mala mujer, experta en todos los engaños, astuta, simuladora, y siempre pronta a favorecer el vicio y a lanzar a sus víctimas al deshonor, con tal de ganar dinero". Pero sólo consigue enojar a su amo.

Cuando la vieja llega a casa de Calisto, comprende de inmediato que en Pármeno tiene un enemigo y procura desarmarlo contándole cómo la madre de él ejercía la misma profesión que ella.

Más tarde, Celestina se lo atrae "con anzuelo de codicia y de deleite", pues le ofrece participación de lo que su amo dé para pagar sus servicios y le promete conseguirle los favores de la hermosa Areusa, prima de Elicia y también pupila de la vieja. Con ello lo hace cómplice de sus fines.

RESUMEN LA CELESTINA - Fernando de RojasCelestina llega fácilmente a un acuerdo con Calisto. Como anticipo recibe cien monedas de oro, y de inmediato pone manos a la obra.

Munida de unas madejas de hilo que ha hechizado, se dirige a casa de Melibea con intención de vendérselas para que "quede de tal manera enredada, que cuanto más las mire, tanto más su corazón se ablande, y se le abra y lastime de fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se confíe a mí y me galardone mis pasos y mensaje".

El diálogo entre Celestina y Melibea es un prodigio de psicología femenina.

La sagaz medianera, viendo que no logra su propósito por el camino del amor, lo consigue por el de la compasión.

Celestina prepara hábilmente el terreno y convence a Melibea, ya enamorada de Calisto, para que otorgue una cita al mancebo, entrevista que tendrá lugar a las doce de la noche.
Calisto premia a Celestina por sus oficios regalándole una gran cadena de oro, y a la hora señalada se dirige a casa de Melibea.

Los jóvenes se declaran su mutua pasión y, cuando se despiden, acuerdan verse a la misma hora de la noche siguiente. Calisto escalará la tapia del jardín y Melibea lo recibirá en su alcoba.

Cuando Sempronio y Pármeno reclaman a Celestina su parte en las dádivas de Calisto, la vieja se niega al reparto y ellos entonces promueven un altercado y la apuñalan.

Luego, ambos huyen, la justicia los prende y al día siguiente son decapitados en la plaza pública. Calisto se duele de la pérdida de sus servidores y de Celestina, pero igualmente acude a la cita de Melibea, escala el muro del jardín y ella lo recibe en su recámara, según lo prometido, y permanece en su compañía hasta el amanecer; pero al descender el mancebo cae de la escala y se mata.

Cuando Melibea se entera de la terrible desgracia, se arroja desde lo alto de una torre de la casa, pero antes confiesa a su padre su apasionado amor por Calisto y su dolor:

"¡Cortaron las hadas sus hilos, cortáronle sin confesión su vida, cortaron mi esperanza, cortaron mi gloria, cortaron mi compañía!", declara su deshonra y pide ser sepultada junto a su amado.

La obra termina con el "grandísimo" llanto y las lamentaciones de Pleberio, padre de Melibea, quien cuenta a Alisa, su esposa, la muerte de su hija, mostrándole su cuerpo "todo hecho pedazos".