Andrei Bolkonski Junto con Pierre Bezukhov, el príncipe Andrei Bolkonski es el personaje principal de Guerra y paz.

Si Pierre es, en germen, el hombre nuevo que se asoma sin ideas ni actitudes definidas a un mundo que se transforma, para tomar luego una posición, el príncipe Andrei es el extremo representante de una generación superada, capaz de comprender sus defectos y de seguir con perfecta limpieza su decadencia, pero capaz así mismo de adaptarse a las nuevas formas de vida, aunque sin saber renunciar a su propio clima ni a su propio espíritu.

Por esto creo que es la figura más compleja de la novela, la más inteligente y, en el fondo, las más simpática: Puesto que consigo hace notar su dignidad, sabe imponer a su desdichada existencia y la medida en que sabe contener su malestar entre lo viejo y lo nuevo, entre un mundo al cual juzga, a pesar de reconocerse hijo suyo, y otro hacia el que se dirigen a la vez sus simpatías ideológicas y su repugnancia afectiva.

Andrei es, un aristócrata y como tal, esto lo lleva a solo poder vivir encerrado en una ideología con  valores cumplidos: de aquí su amargo desprecio por el mundo en decadencia con el que vive y su aversión por el mundo nuevo.

En su vida social, Andrei sostiene las reformas, pero quiere mantener una rigurosa división de clases; en su vida afectiva, intenta un gran amor, pero quiere sentirlo inmediatamente perfecto, y cuando su amada, Natasha, le revela bruscamente el ímpetu de su naturaleza, Andrei es incapaz de dirigirla y siente por ella los mismos sentimientos que por todas las demás expresiones del mundo nuevo; Por ello desesperado, la abandona.

RESUMEN LA GUERRA Y LA PAZ - Leon TolstoiSin embargo, Andrei llega a una conclusión: dentro de la decadencia de las generaciones exhaustas, las personas que las representan pueden de diferentes maneras hallar una esperanza, aunque sea destinada a permanecer oculta entre ellos, incomunicable para los hombres que siguen adelante.

Para Andrei esta esperanza deriva de la conciencia que cada vez es en él es más profunda y sentida de su extrañeza ante el mundo actual; deriva también de un lento iniciarse a la contemplación de se mundo con amor, aun sabiendo que no se podrá llegar a formar parte de él.

Lo manifiesta una intrínseca superación de todo cuanto es relativo; al alejarse de la vida en acto y proyectarse por igual más allá de lo viejo y de lo nuevo, Andrei puede contemplar todo cuanto le rodea sub specie aeternitatis y amarlo precisamente por lo que tiene de eterno.

Mortalmente herido en el campo de batalla, Andrei oye de cerca la voz de Napoleón y el paso de sus soldados y, con ellos, toda la epopeya de su tiempo que parece desencadenarse a través de aquella misma tierra sobre la que sus miembros pesan cada vez más.

Más tarde, durante su larga agonía, podrá volver a ver a Natasha Rostova y a concretar en su nuevo amor por ella el sentido de su alejamiento; al considerar a Natasha casi desde el más allá logra que su afecto se haga contemplativo y tierno; es un amor que no puede ayudar a aquel que vive sino mas bien ayuda a morir al que lo siente.