La historia gira en torno a las relaciones que se dan entre tres personajes principales: Ignacio y Zoe están casados desde hace nueve años, no pueden tener hijos y tienen un matrimonio bastante monótono.

Ignacio y Gonzalo son hermanos, tienen una relación fría y lejana, Ignacio siente celos por la libertad y despreocupación con las que Gonzalo vive. Zoe y Gonzalo se llevan muy bien, tienen la misma edad y existe cierta atracción mutua.

Ignacio sospecha que su mujer se está acostando con su hermano menor; toma como indicios, entre otras cosas, su mal humor y lo evasiva que está con él.

Sin embargo, dichos síntomas no son causados por una infidelidad, sino por el hastío que genera en Zoe el percatarse de la monotonía y la modorra en las que ha caído su matrimonio. Ignorante de ello, Ignacio se tortura pensando en la relación que existe entre su esposa y su hermano.

Conforme avanza la historia, Zoe divaga sobre su relación con Ignacio. Cae en cuenta de que siente seguridad y estabilidad con él, pero necesita algo más, cierta alegría y energía presentes en el inicio del matrimonio y que ya no están.

La vida sexual de la pareja funge como paralelo perfecto del desarrollo de la relación.

Ella cree que Ignacio ya no la ama.

La historia comienza a desencadenarse cuando Ignacio escucha casualmente a través del teléfono una conversación entre Zoe y Gonzalo luego de haber hablado con su esposa hacía unos minutos y de que ella le dijese que estaba con una amiga.

En dicha conversación Zoe y Gonzalo intercambian un par de comentarios irónicos acerca de Ignacio.

Cuando llega a casa en la noche y mientras Zoe duerme, Ignacio iracundo toma un cuadro que ella le había comprado a Gonzalo y lo arroja a la piscina.

A la mañana siguiente, indignada y entristecida por el hecho, Zoe acude donde Gonzalo en quien encuentra consuelo y empatía.

Esa misma noche Ignacio se disculpa con Zoe. Días después Ignacio llama a Gonzalo buscando aclarar las cosas.

Gonzalo contesta de mala manera e Ignacio adopta un carácter conciliador durante la conversación que es terminada por Gonzalo con indiferencia. Ignacio indignado y eufórico por la actitud de su hermano, lo llama de nuevo para insultarlo y amenazarlo.

Gonzalo responde a esta agresión llamando a Zoe para invitarla a su apartamento, donde hablan sobre Ignacio y coquetean un poco. Para Zoe su relación con Ignacio está en un punto crítico y sólo puede pensar en cuánto desea a Gonzalo.

A partir de este momento, comienza en Zoe la lucha interna entre quedarse en la comodidad y seguridad de su hogar con Ignacio, o arriesgarlo todo y vivir una aventura amorosa con Gonzalo. Ella escoge lo segundo.

Una tarde, luego de haber dormido juntos, Zoe y Gonzalo conversan sobre por qué la relación entre ella e Ignacio se había deteriorado de la forma en que lo hizo. Gonzalo lanza un comentario que repercutiría en Zoe: Ignacio es homosexual.

Después de pensarlo mucho, Zoe escribe una carta en su ordenador explicándole a Ignacio sus sentimientos y diciéndole que ama a otro hombre, sin embargo, luego de hablar con Gonzalo, éste la convence de no entregársela a su esposo.

Una mañana, Zoe pregunta a Ignacio si él es homosexual, él responde que no, y ella insiste repreguntando. Antes de ir al trabajo, convencido de que fue Gonzalo quien plantó esas dudas en su esposa, Ignacio va a su departamento, donde le increpa vehementemente sobre lo sucedido.

Gonzalo responde a ello acusando a Ignacio de haberlo violado cuando eran niños. Ignacio lo acusa de mentiroso y se va furioso. Gonzalo rompe a llorar y recuerda todo lo sucedido.

Zoe toma una decisión: dejar a Ignacio y no ver a Gonzalo, desaparecer unos días. Empaca sus cosas y se muda a una habitación en un lujoso hotel. Deja una nota a Ignacio diciéndole que pasará unos días en casa de sus padres.

Horas más tarde, al encontrar la nota (sumada a la carta escrita por Zoe que Ignacio encontró el en ordenador), Ignacio enfurece, él está seguro de que Gonzalo y Zoe tienen una aventura. Ya en el hotel, Zoe pasa unos días de relajo, hasta que cae en cuenta que está embarazada.

Ella se lo cuenta a Gonzalo, quien responde iracundo instándola a abortar. Ignacio se encuentra en una desayuno de trabajo en el mismo hotel donde está hospedada Zoe y, de casualidad, ve a Gonzalo salir de un elevador. Ignacio pregunta en la recepción por Zoe y descubre que ella está hospedada en ese hotel.

Ignacio en forma de venganza manda a Zoe unas flores con una nota felicitando a Gonzalo y a ella (por la relación, el ignora el embarazo de Zoe).

Zoe se siente confundida. Va al departamento de Gonzalo y le trasmite su decisión de tener al bebé. Gonzalo se niega a asumir responsabilidad alguna y propone a Zoe mentirle a Ignacio diciéndole que él es el padre.

Zoe, impactada por la decisión de Gonzalo regresa a su hotel. Ahí recibe un paquete de Ignacio con un teléfono celular y una nota explicando que guardados en el discado rápido del teléfono están los números de él y de Gonzalo. En su casa, Gonzalo recibe un paquete de características similares.

Zoe acude a una clínica para hacerse un aborto, pero a último momento, se arrepiente.
Zoe llama a Ignacio y él responde con naturalidad, ella le pide que la visite en el hotel. Ya ahí, conversan tranquilamente e Ignacio le dice que la ama por sobre todo y que perdona su infidelidad (dentro de sí piensa que le está diciendo a Zoe lo que ella quiere oír).

Ella le confiesa que ya no existe relación alguna entre ella y Gonzalo, y que está embarazada. Ignacio acoge a Zoe, sabiendo dentro de sí que el bebé no es suyo. Zoe le dice que quiere tener al bebé y que nunca más volverá con Gonzalo. Ignacio admite ante Zoe que la relación entre ellos ya no existe, pero la invita a seguir viviendo en su casa y se ofrece a ser el padre del niño.

La novela termina con el nacimiento del niño. Ignacio manda un correo electrónico a Gonzalo con las fotos del bebé contándole que por fin él y Zoe han podido ser padres y mandándole cariños.

Gonzalo ignorante de todo lo que pasó pronuncia las últimas palabras de la novela: El tonto de Ignacio creyó que es su hijo.