La historia de Gervaise Macquart, la infortunada heroína de La taberna (L’Assomoir), hace parte de la saga de los Rougon- Macquart, serie de historias que giran en torno a los personajes de una misma familia francesa durante el Segundo Imperio, publicadas entre 1871 y 1893.

Los relatos fueron escritos, unos en París, otros en la propiedad que el escritor tenía en Médan (Seine et- oise) y se inician con el título La fortuna de los Rougon (La fortune des Rougon) escrita en 1869, pero editada unos dos años más tarde, concluyendo con El doctor Pascal (Le Docteaur Pascal), última obra del ciclo, editada en 1893.

La taberna es el séptimo libro de la serie y en el prefacio de la edición en 1877 escrito por Zola, contenía algunas anotaciones fruto del revuelo causado por la aparición de una obra cruda y realista en el seno de una sociedad corrupta que se sentía retratada en ella:

“En cuanto La Taberna apareció en un periódico -escribe- fue atacada con una brutalidad sin precedentes, denunciada y culpada de todos los crímenes.

¿Es indispensable explicar aquí en unas cuantas líneas mis in
tenciones de escritor? He querido retratar la desgracia de una familia obrera en el medio contaminado de nuestros suburbios.

A la par del alcoholismo y la holgazanería, están el debilitamiento de los lazos familiares, las obscenidades de la promiscuidad, el progresivo olvido de los sentimientos honestos; después, como desenlace, la vergüenza y la muerte”.

Estas palabras resumen a cabalidad la historia.
de Gervaise Macquart, la protagonista de La taberna, hija de Antonio Macquart y Josefina Gavaudan.

La joven es seducida por Lantier, un obrero de sombrerería en la localidad de Plassans cuando contaba con solo 18 años; con él ha tenido dos hijos, Claudie y Etienne.

LA TABERNA - Emilio ZolaAl recibir la herencia por la muerte de su madre, Lantier decide trasladarse a París con Gervaise y los niños; el narrador introduce entonces al lector en la mugrienta habitación del hotelucho en que habitaban desde su llegada a la capital.

como utilizando una cámara cinematográfica (y en cierta forma convirtiéndose en precursor de dicha técnica), Zola sitúa a Gervaise en el momento en que espera a su marido, quien tras haber gastado los mil seiscientos francos que heredara, decide abandonarla a su suerte con sus hijos.

La joven, mujer de carácter, se sobrepone y toma la firme decisión de valerse por sí misma trabajando para aliviar la miseria de sus hijos.

Comienza a trabajar como lavandera y conoce a Coupeau, un plomero que la conquista por sus cualidades de buen trabajador.

Gracias a los esfuerzos de ambos, que han formado pareja, todo parece marchar bien. Gervaise queda en cinta y el suceso coincide con el ofrecimiento de un antiguo conocido de Plassans, quien quiere hacerse cargo de los estudios de Claudie.

Cuando nace Naná la hija del matrimonio Coupeau, el muchacho ha sido ya enviado al colegio de esa localidad.

Durante el tiempo que ha estado trabajando, Gervaise ha ahorrado un dinero con el que piensa montar su propia lavandería; infortunadamente, Coupeau sufre un accidente mientras reparaba un tejado debiendo invertir el dinero en la cura y convalecencia del plomero.

A pesar de todo, Gervaise continúa con su idea y recurre a la ayuda de un herrero vecino suyo (Gouguet), quien la ama en silencio. Finalmente, la joven logra instalar su negocio y todo comienza a marchar; entre tanto, Coupeau ha dejado de trabajar y se dedica a beber envileciéndose cada día más.

La situación llega a tal grado de relajamiento, que cuando Lantier, el antiguo marido de Gervaise, vuelve a ella en busca de dinero, Coupeau le invita a comer y le permite quedarse con ellos, propiciándole así que otrora amantes reanuden su romance.

Los gastos excesivos de su marido y los de ella misma sumados a la parasitaria actitud de Lantier, hacen que el negocio se venga a pique.

La desmoralización cunde en Gervaise, quien dejada por su esposo y su amante descuida a su hija (quien finalmente huye para prostituirse), cierra la lavandería cae también en el vicio del alcohol.

Su desgracia progresiva la lleva a la mendicidad y luego a la prostitución. Una noche se encuentra con Gouguet, el herrero, quien la socorre; ella a cambio quiere entregársele, pero el joven no acepta: le horroriza ver el estado de abyección en el que ha caído la mujer a la que todavía ama.

Coupeau muere en un hospital de caridad presa del delirium tremens. Al poco tiempo y en medio de la más degradante miseria, perece Gervaise.