La historia inicia finales de los cuarenta, cuando Carlitos (Protagonista de la obra), nos relata su infancia y sus tiempos románticos de la niñez.

Crecido en la colonia Roma, hijo de una familia conservadora y de derecha, Carlos representa el típico modelo del niño mexicano de los años cuarenta.

Disfrutando día a día su infancia en su escuela, comiendo tortas de nata, combatiendo contra judíos y árabes en las épicas batallas del desierto –llamadas así, porque el patio, donde se desarrollaban, era puro polvo. Sin árboles ni plantas, daba más la impresión de un desierto, que un patio de juegos–.

En aquellos tiempos, el padre de Carlos, entra a la banca rota, debido a que su compañía de jabones, se ve afectada por la entrada al mercado de los detergentes en polvo. Este fue el principal motivo, por el cual Carlos, entra a una escuela del populacho –término coloquial–.

Durante las guerras, que se presentaban a diario, la escuela era testigo de una verdadera batalla entre niños Árabes y Judíos, donde se mostraba el repudio entre ellos. El maestro Mondragón, siempre estuvo en contra de todo acto violento.

RESUMEN LAS BATALLAS EN EL DESIERTO - José Emilio Pacheco Con su sentido moralizador, velaba por el futuro de sus alumnos, con el afán de que algún día, se convirtieran en hombres de bien.

Pero, a pesar de sus innumerables intentos, las batallas en el desierto, nunca pudieron ser sofocadas.

Una ocasión, Carlos, visitó la casa de su amigo Rosales, para que este, le prestara unos apuntes.

Rosales, a pesar de ser el alumno más inteligente, vivía en una vecindad de mala muerte; su madre era una mujer joven, pero que parecía de cincuenta; su padrastro, le había quitado su cuarto, y ahora dormía en un petate.

Durante la inauguración, de un monumento, por parte del otrora presidente Miguel Alemán, la clase de Carlos acude al evento, y es ahí, donde Jim –compañero de Carlos–, comenta a su clase, que el señor que se encuentra al lado del presidente, es su padre.

Se rumora, que su madre es la querida del señor, que no es más que un político corrupto. Jim comienza a exacerbarse por ese comentario y no quiere hablar con nadie. Carlos, se convierte en su único amigo, porque él nunca emitió ningún juicio acerca de su familia.

En un receso, Carlos platica con Jim, y, Rosales les grita que eran putos. Carlos se enfrasca a golpes, pero son detenidos por Mondragón. Ese hecho, hace que Jim considere a Carlitos como su mejor amigo, hasta tal grado de invitarlo a su casa.

Localizada en el tercer piso, de unos departamentos, la casa de Jim, era una puerta a lo moderno. Desde el más exiguo mueble, tenía un toque de importación; que decir de sus juguetes, traídos desde los Estados Unidos.

Los platillos voladores –sandwiches–, Coca Cola, agua mineral. Todo eso le parecía un sueño a Carlos. Pero lo que no podía apartar de su mente, era aquella imagen gloriosa de Mariana, la madre de Jim. Mujer joven y hermosa, que parecía más la hermana de Jim, que su propia madre, cautivó desde el primer momento el corazón de Carlos.

Desde ese momento, el basto universo intrínseco de nuestro protagonista, se redujo a una sola estrella llamada Mariana. Pensó en pedirle consejos a su hermano, pero no se atrevió. Héctor –hermano–, es un fiel reflejo del estudiante de derecha.

Abstraído en las mujeres y el juego, pasaba más tiempo en lío de faldas con las sirvientas, que dedicándose al estudio. Un día, Carlos no resistió más su amor por Mariana, y excusándose, en que se sentía mal, acudió a visitarla y le confesó sus sentimientos.

La madre de Jim, sintió gran ternura por Carlos, pero confesó que ellos dos eran un amor imposible. Carlos lo comprendió y una gran tristeza invadió su rostro. Mariana se despidió de él, con un beso en las comisuras y le pidió que nunca la olvidara.

Como Carlos, no regresaba Mondragón preguntó que si en donde se pudo haber metido y Jim le dijo que debió haber ido a su departamento. Al llegar, Mariana les contó lo sucedido. Lo demás fue historia: Carlos es severamente reprimido por sus padres, que lo sacan de su escuela y lo llevan con sacerdotes, psicólogos, y finalmente cae en un estado de reclusión total.

Durante ese tiempo, su familia entra en una época mejor en la cual su padre había sido contratado por las empresas que lo habían dejado en bancarrota, Héctor, hermano de Carlos quién había entrado a la cárcel tras una riña y que era el conflictivo de la familia, llegó a estudiar en Chicago; su hermana, quién había tenido un amorío con un actor fracasado y el cual se ahorco, se fue a Texas; y su otra hermana llegó a ser secretaria.

Un día, Carlos encuentra a Rosales; éste le cuenta a Carlos que Mariana se había suicidado tras una discusión con su amante. Carlos al no creer lo que había escuchado fue en busca de Mariana a su casa creyendo que era mentira, pero no logró encontrar ninguna información acerca de Mariana o de Jim.

La historia termina en que Carlos nunca supo si Mariana se suicidó o si aún siguió con vida; terminó sin saber nada a cerca de Jim, de Rosales o de alguien de aquella época. Tiempo después todos esos edificios en los que vivían ellos son demolidos y Carlos no tiene otra opción más que recordar eso con nostalgia.