Dos hermanos Vivian cerca de Jerusalén pasaban su vida trabajando para los pobres sin aceptar nada a cambio.
Un lunes el Hermano menor Yoan descubrió un punto que llamó su atención, observó detenidamente y de un salto echo a correr montaña abajo huyendo muy lejos de aquel lugar.
Su hermano mayor Afanasi se acercó a ver qué era lo que había asustado a su hermano y cuando llegó al lugar descubrió un montón de oro sobre la tierra, inmediatamente pensó en cuantas obras de caridad podría hacer con aquel oro y recogiendo el preciado metal se dirigió a la ciudad, compro terrenos y contrato albañiles.
Construyo edificios para hospedar y proteger a los huérfanos, mendigos y viudas y desvalidos y regalo las tres mil monedas sobrantes a los religiosos para que lo repartieran entre los pobres y luego se dirigió a su vivienda.
En el camino se le apareció el mismo ángel que solía bendecirlos y le recriminó sus actos a lo cual Afanasi respondió lo que había hecho por los pobres y su ángel respondió que el ángel había puesto ese oro en su camino para seducirlo.
Desde entonces Afanasi no se dejó seducir por el enemigo y comprendió que no es con dinero sino con trabajo con el que se puede servir a Dios y a los hombres.