Martín Rivas, humilde joven provinciano, a la muerte de su padre, parte a la ciudad de Santiago para realizar estudios universitarios, con los cuales piensa solventar en el futuro la situación económica de su madre y su hermana.

Ya en la capital, se hospeda en casa de un antiguo conocido de su padre, don Dámaso Encina, hombre rico y de pocas luces, quien lo recibe bien, pero siempre marcando la distancia entre ellos.

Don Dámaso le encarga llevar la correspondencia y las cuentas de sus negocios, ofreciéndole una retribución mensual. Martín rechaza el pago pero no la tarea, argumentando la deuda moral que lo une a la familia Encina por haberlo recibido como huésped.

En el hogar, don Dámaso cuenta el incidente y su hija Leonor externa un comentario agrio, pues ve esta actitud del joven como una maniobra muy hábil para congraciarse con ellos.
Rivas, como buen provinciano, pasa por un periodo de adaptación a su nuevo mundo.

El desconocimiento de las costumbres citadinas, en relación con la gente humilde, lo lleva a un altercado con los zapateros de la calle, hecho que le cuesta el encarcelamiento durante algunas horas.

Esto provoca la burla de Agustín, el hermano de Leonor, situación que lo obliga a considerar las diferencias sociales y económicas existentes entre él y la familia Encina.

 Por otra parte, su carácter introvertido y reservado no le permite hacer amistad con los compañeros de la escuela, quienes, ocupados en las distracciones propias de la juventud, poco se ocupan de las obligaciones académicas.

La conciencia de su pobreza y el naciente amor por Leonor acentúan la soledad del protagonista.

Don Dámaso, para sacarlo de tal aislamiento, lo invita a las tertulias que noche a noche se ofrecen en su hogar, argumentando que para un futuro licenciado es necesario relacionarse con la gente pudiente del lugar.

En las tertulias, la política es el tema central de la charla entre los asistentes masculinos.

Cada reunión aborda el tema de la posición conservadora del gobierno y la lucha que contra éste sostiene la Sociedad de la Igualdad, integrada por miembros del partido liberal.

En el transcurso de la narración, don Dámaso pasa de liberal a conservador al considerar la posibilidad de ocupar el puesto de senador.

Al principio, Martín se muestra reservado; pero cuando se le pide su opinión, sin manifestarse a favor de los liberales, declara a los contertulios estar en contra de los mecanismos represivos que comienza a implantar el gobierno.

En la universidad, Martín conoce a Rafael San Luis, quien le confía su amor por Matilde Elías, sobrina de don Dámaso, con quien tiempo atrás estuvo comprometido, pero, debido a la actitud interesada del padre de ella, no pudieron casarse, pues don Fidel Elías consideró más conveniente la boda de su hija con un hombre rico —Adriano—, matrimonio que no se realiza por la muerte del prometido.

A raíz de esta confidencia, Martín interviene en los conflictos amorosos de la familia y consigue reconciliar a Matilde con Rafael; pero éstos al final no se casan por un desliz amoroso de San Luis quien, con gran dolor en el corazón por su amor frustrado, se integra de lleno a la lucha de los liberales.

Agustín Encina sale bien librado de su aventura amorosa con Adelaida —quien, junto con su hermano y su madre, le tiende una trampa para obligarlo a casarse con ella— gracias a la oportuna intervención de Martín.

Éste descubre el engaño y, en nombre de don Dámaso, negocia con Amador, hermano de Adelaida, la indemnización económica a la familia por la conducta irresponsable de Agustín.
Mientras esto acontece, Martín se va enamorando cada vez más de Leonor, pero considerando las diferencias sociales que los separan no se atreve a declararle sus sentimientos.

Sin embargo, la actitud siempre dispuesta y recta de Martín va ganando la voluntad de Leonor y, casi sin darse cuenta, ella corresponde el sentimiento, aunque al principio lo oculta por orgullo.

Finalmente, él se decide a confesarle su amor por escrito. Sin embargo, la ayuda que Martín presta a Edelmira, hermana de Adelaida, librándola del matrimonio que su madre planea para ella, hace suponer a Leonor un nexo amoroso entre Martín y Edelmira, y pospone el momento en que se aclare la situación.

Martín abandona la casa de los Encina al darse cuenta de la desconfianza de Leonor.
Tiempo después, el joven se involucra en la revolución, durante el histórico motín del 20 de abril de 1851; junto con Rafael, Martín cae en prisión y es sentenciado a muerte.

Don Dámaso interviene, a instancias de Leonor, para que lo pongan en libertad.

Por fin se aclara el asunto con Edelmira y Leonor acepta casarse con Martín; luego, don Dámaso delega en él la dirección de sus negocios para poder dedicarse de lleno a la política, esperando conseguir la tan deseada senaduría.