Yerma es una campesina que se a casado solo para tener hijos: el amor no a tenido nunca ninguna importancia en su vida y aunque por fugitivos indicios se adivine que en esta insensibilidad amorosa suya esta la clave de su esterilidad, ella sigue sin preocuparse por ello.

Su marido, Juan, es un trabajador afanoso, pero no quiere hijos, y yerma, con su deseo de maternidad, arrastra infelices años de su juventud.

Las mujeres de su generación estrechan en sus pechos nuevos lactantes. Y yerma prepara en silencio la canastilla del hijo que no quiere nacer.

No le faltan por parte de sus amigos los consejos lúbricos, pero yerma es una mujer honrada; se a casado con Juan y Juan debe ser el padre de sus hijos. Por esto, finalmente, cuando su marido le revela que nunca a deseado prole.

Yerma ve en aquel deseo negativo la más odiosa traición, y cuando Juan se le acerca deseoso, lo degüella.